EL BLOG

SEÑALES OCULTAS DE QUE TU MOVIMIENTO CONSTANTE ES EN REALIDAD UN TRAUMA DISFRAZADO (Y CÓMO ENCONTRAR FINALMENTE LA QUIETUD)

Oct 29, 2025

No estás ocupad@. Estás corriendo.
 
Esa es la verdad que nadie te ha contado sobre tu agenda apretada, tu constante ajetreo, tu incapacidad para quedarte quiet@ más de cinco minutos sin recurrir al teléfono, al trabajo, a tu próximo proyecto.
 
Lo que parece ambición, productividad o simplemente estar "lleno de energía" es en realidad tu sistema nervioso atrapado en un modo de escape perpetuo: la respuesta de huida que antes te protegía ahora te impide llegar a tu propia vida.
 
Aunque todos reconocen la respuesta de lucha o huida, pocos entienden cómo la respuesta de huida se transforma de un mecanismo de supervivencia momentáneo a un patrón de por vida de movimiento crónico, evasión y escape. No se parece a ataques de pánico ni a ansiedad evidente. Se parece al éxito. Al logro. A tenerlo todo bajo control.
 
Los signos son los siguientes:
 
  • Eres físicamente incapaz de no hacer nada: La idea de "simplemente relajarte" te resulta extraña y amenazante. Un día vacío en tu calendario te genera ansiedad inmediata. La quietud se siente como una amenaza en lugar de un alivio. Esto no es productividad. Es una huida perpetua. Tu sistema nervioso ha equiparado detenerse con el peligro. En tu historia de desarrollo, la quietud puede haber significado estar atrapado en emociones abrumadoras, enfrentar realidades dolorosas o ser vulnerable a amenazas de las que no podías escapar. Así que sigues adelante. Llena cada momento. Te enorgulleces de estar "siempre conectado" mientras que, en secreto, sabes que no sabes cómo desconectar.
  • Tus logros parecen insignificantes casi de inmediato: alcanzas la meta, consigues el ascenso, completas el proyecto... y no sientes nada. O peor aún, te centras de inmediato en el siguiente objetivo sin siquiera reconocer lo que has logrado. Esto no es ambición. Es evasión. La respuesta de huida no se centra en el destino. Solo se centra en el movimiento. Cada logro nunca se trató del logro en sí mismo; fue simplemente la justificación para mantenerte en movimiento, lejos de las experiencias internas que inconscientemente evitas.
  • Tu mente viaja constantemente en el tiempo, alejándose del presente: estás planeando obsesivamente el futuro o repasando el pasado. El presente se siente esquivo e incómodo. Esto no es pensamiento estratégico. Es una huida temporal. La respuesta de huida no solo te conmueve físicamente, sino también mentalmente. Tu mente te aleja constantemente del presente porque algo en el presente amenaza tu sistema nervioso. Planeas obsesivamente no solo porque eres organizado, sino porque planificar te da la ilusión de control sobre lo que está por venir. Rumias no porque seas reflexiv@, sino porque tu cerebro intenta resolver situaciones pasadas en las que te sentiste impotente.
  • Usas el trabajo o la ocupación para evitar relaciones: priorizas los plazos sobre las citas. Cancelas planes personales cuando surgen emergencias laborales. Mantienes conexiones que no requieren vulnerabilidad ni presencia profundas. Esto no es dedicación, es distancia. La respuesta de huida no solo evita situaciones, sino también la intimidad. Las relaciones cercanas requieren presencia, vulnerabilidad y accesibilidad emocional, justo lo que tu sistema nervioso identifica como peligroso. El trabajo se convierte en la excusa perfecta. Es socialmente gratificante, difícil de cuestionar y proporciona una excusa fácil para mantener a la gente a distancia. Estar "demasiado ocupado" para conectar no es un problema de horario.
  • Estás agotad@, pero no puedes parar: A pesar de la fatiga profunda, no puedes bajar el ritmo. Superas el agotamiento, ignoras las señales corporales y llevas la falta de sueño como una medalla de honor. Esto no es resiliencia. Es desregulación del sistema nervioso.
  • Usas la información como escape: consumes un sinfín de libros, podcasts, artículos y cursos de autoayuda, pero rara vez pones en práctica lo aprendido antes de pasar al siguiente recurso. Esto no es superación personal. Es autoevasión.
  • Te aterra quedar atrapad@: mantienes tus opciones siempre abiertas. Te cuesta comprometerte con personas, lugares o caminos. Te aseguras de tener siempre una estrategia de salida. Esto no es buscar la libertad, es evitar el confinamiento. La esencia de la respuesta de huida es la creencia de que la supervivencia depende de tener vías de escape. El compromiso se siente amenazante precisamente porque parece cerrar esas salidas. Así que mantienes una vida que prioriza la opcionalidad sobre la profundidad.
 
¿Cómo encontrar finalmente la quietud?
 
1. Comienza con la contención física: Tu respuesta de huida reside principalmente en tu cuerpo, no en tu mente. No puedes alcanzar la quietud con el pensamiento. Comienza con periodos cortos y manejables de contención física como practicas somáticas (te recomiendo las practicas con @catomanzano) La clave es empezar con algo tan pequeño que tu respuesta de huida no se vea afectada. Le estás enseñando a tu sistema nervioso que la quietud no es peligrosa, no demostrando tu nivel de iluminación.
 
2. Crea experiencias emocionales contenidas: La respuesta de huida mantiene su poder mediante la evasión emocional. Tu sistema cree que ciertos sentimientos son insuperables, por lo que te mantiene huyendo de ellos. El antídoto es crear pequeñas oportunidades acotadas para experimentar emociones con un inicio, un desarrollo y un final claros: Escuchar una canción emotiva sin distracciones por ejemplo.
 
Estas experiencias le demuestran a tu sistema nervioso que las emociones en sí mismas no son infinitas ni peligrosas: surgen, alcanzan su punto máximo y desaparecen si no huyes de ellas.
 
3. Practica la pausa: Antes de aceptar automáticamente otro compromiso, emprender otro proyecto o llenar un espacio vacío en tu agenda, establece una pausa obligatoria de 24 horas. No se trata de decir que no a todo. Se trata de interrumpir la respuesta automática de huida que dice que sí para evitar la incomodidad del espacio.
 
Durante la pausa, pregúntate:
"¿Me estoy acercando a algo que valoro o alejándome de algo que temo?"
"¿Qué pasaría en mi cuerpo si no hiciera esto?"
"¿Esta decisión está expandiendo mi vida o mantiene mi evasión?"